En coincidencia con un aumento de las llegadas de migrantes en situación irregular y de refugiados a la Unión Europea (UE), los Veintisiete lograron esta semana, después de largas y difíciles negociaciones, cerrar un acuerdo sobre el pacto europeo de migración y asilo, que busca gesti
Tras el parón que impuso la pandemia de covid, las rutas migratorias de entrada a la UE recobraron en los últimos meses de 2023 el ímpetu de hace unos años.onar los flujos de manera ordenada.
Según la agencia Frontex, hubo más de 355.000 cruces irregulares en las fronteras exteriores de la UE entre enero y noviembre de 2023, el nivel más alto desde la crisis de los refugiados de 2015 y 2016.
A la vez, las cifras de solicitudes de asilo se dispararon, con más de 123.000 solo en octubre y, por segundo mes consecutivo, se registraron los niveles más altos desde la crisis de los refugiados.
«El gobierno de Países Bajos cayó el pasado julio por la política de asilo y partidos de extrema derecha con posiciones muy duras contra la migración han logrado importantes victorias en países como en Alemania, Suecia, Italia y en Países Bajos», añade Salgado.
Esos cambios políticos tendrán también un impacto «seguramente en las elecciones europeas», que se celebrarán en junio de 2024, augura.
Para Salgado, aunque el pacto migratorio y de asilo «no es perfecto», al menos «es práctico y, sobre todo, mejor que la alternativa de no llegar a un acuerdo y que los países sigan tomando medidas unilaterales», incluido el cierre de fronteras en el espacio de libre circulación Schengen o pactos como el reciente entre Italia y Albania para gestionar las solicitudes de asilo fuera de la Unión.
El pacto «ayudará, pero no es el acuerdo perfecto y no va a resolver en general el problema de que a veces no es equitativo el reparto de solidaridad», advierte.
El eurodiputado Juan Fernando López Aguilar (PSOE), presidente de la Comisión de Libertades Civiles de la Eurocámara y ponente de una de las piezas legislativas del pacto, señaló a EFE que el principal beneficio de sacarlo adelante es «el mensaje de que Europa se ha puesto de acuerdo en establecer un sistema de reglas (…) para poner fin a la dinámica de la que venimos, que es insostenible».
No obstante, precisa, «este sistema, cuando entre en vigor, continuará necesitando de algunas políticas complementarias, como es la lucha contra el tráfico de personas», así como «el fomento de las vías regulares y legales de inmigración hacia Europa».
Y ello se deberá completar, añade, con la «dimensión exterior», es decir, el desarrollo, a través de la diplomacia, de acuerdos con los terceros países de origen y tránsito.
«Cuando consigamos poner en marcha esta legislación, los efectos no serán milagrosos (…) No serán de un día para otro. Pero estaremos estableciendo una nueva dinámica, en la que ya tendremos una escala europea de respuesta y un control europeo de solidaridad», añadió.
Ayudará además, dijo, a «cambiar el estado de desesperanza y de crispación que se desata a menudo en las poblaciones locales de los territorios de fronteras vulnerables» y a terminar con los «reproches mutuos» entre los Estados miembros en primera línea de llegada de los migrantes y aquellos que se quejan de los «movimientos secundarios».
Con información de EFE