Tras las primarias opositoras del 22 de octubre, las altas esferas del chavismo no han dejado de atacar el proceso por supuesto fraude. Hablan de que la elección no ha sido más que un intento de la «ultraderecha» por imponer a un nuevo líder político, aunque oficialistas han manifestado sentir envidia porque el sector disidente pudo discernir con la voluntad ciudadana quién será su candidato unitario para las presidenciales del 2024.
Los altos cargos del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) mantienen un mismo lema: «no te vistas que no vas, el que va es Nicolás». No asoman algún proceso de elección, pese a que puertas adentro de la tolda política más de una vez se han ventilado serias diferencias sobre la gestión del mandatario.
Maricela Gómez se considera «chavista, pero no madurista». Es jefa de calle en Catia, en la parroquia Sucre de Caracas. Aunque asegura que se mantiene en la labor social para seguir el legado del expresidente Hugo Chávez, dice que a lo interno de las bases del oficialismo hay descontento.
Gómez señala que las primarias del PSUV en 2021 fueron una muestra de que, al menos en el partido de gobierno, esos procesos «son una perdedera de tiempo». Comenta que desde ese momento entendió que el poder tampoco respeta los resultados.
Refiere a TalCual que está de acuerdo con que sea «el pueblo quien escoja a las personas que van a esos cargos y no todo el tiempo ellos, que se escogen entre sí».
Miedo a ser execrados
Luis Pereira es parte de las juventudes del PSUV en Caracas y considera importante consultar a las bases todo tipo de decisiones. Aunque destaca que «la elección de un candidato no escapa de ello», considera que no es necesario «unas primarias para candidato presidencial porque ya tenemos nuestro candidato».
Un dirigente comunal del centro de Caracas, que solicitó resguardar su identidad, dice a TalCual que «básicamente el discurso (del gobierno) es que, quien quiera primarias no es chavista realmente, sea verdad o no». Pese al comentario anterior la fuente reconoce que la mayoría de las personas de las bases no hablan de primarias en el PSUV.
«Alguien puede hacer algún comentario de descontento puntual, pero tienen que tener claro quién es su candidato para las elecciones».
El sociólogo Damian Alifa explica a TalCual que el PSUV al ser un partido construido desde el poder «tiende a clientelizar a sus bases en torno a las dinámicas del poder del gobierno». Dice que se han visto casos de militantes de la tolda que administran políticas sociales que deberían tener un rasgo independiente de los partidos políticos. «Eso es un factor de cooptación de las críticas».
Alifa destaca que hay un sustrato crítico en la base chavista que la dirigencia de la organización con fines políticos «ha intentado eludir a partir del sofocamiento de la vida partidaria, la asfixia a los espacios naturales de debate y discusión». Agrega como ejemplo la exclusión sistemática a los sectores más críticos.
«Con estos tres aspectos, junto con una cultura de ‘disciplina’ partidaria del chavismo, que cuestiona la idea de hacer críticas públicas para no ‘darle armas a la derecha’, han logrado reducir el ruido», afirma el sociólogo.
Sobre el tema Daniel Varnagy, doctor en Ciencia Política, apunta que los altos jerarcas del Gobierno, «y en particular desde que se promulgó la Constitución de 1999», tienen nociones centralistas, jerárquicas y hegemónicas sobre las designaciones en diversos puestos de poder.
Señala que los métodos que utiliza la democracia de base para elegir entre diversos candidatos no es muy común de ser empleada en sistemas gobernantes de izquierda. «De este modo, hay una contraposición entre el pensamiento hegemónico y el pensamiento democrático en cuanto a lo que significa la selección de candidatos de cara a elecciones».
«Normalmente cuando en los países hay sistemas socialistas fuertemente arraigados en el poder, el partido de gobierno ejerce un férreo mandato disciplinario para extinguir, o al menos minimizar casi completamente expresiones de descontento hacia el poder», sostiene.
Varnagy, también profesor titular de la Universidad Simón Bolívar (USB), añade que en estos casos, no es distinto que tanto el disenso como el descontento sean «extremadamente» mal vistos en la estructura central del partido de gobierno.
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