La migración desde Venezuela no se detiene y los cuerpos policiales no son la excepción. Así lo refleja un interesante reportaje de El País de España, que retrata la realidad de los funcionarios que abandonan sus puestos de trabajo para irse en busca de un mejor futuro.
El reportaje fue publicado este domingo por el prestigioso medio español, titulado: “La crisis económica impulsa el éxodo de policías en Venezuela”.
Los cuerpos policiales en Venezuela se están vaciando, renuncias, solicitudes de bajas y deserciones se multiplican en los últimos meses. La crisis económica se agrava, luego de una difusa recuperación durante 2022, y los policías se están yendo uno tras otro, de las instituciones y del país sudamericano, quizás con mejores condiciones físicas para cruzar la peligrosa selva del Darién entre los cientos de miles migrantes que lo han intentado este año.
Testimonios
Así lo hizo el oficial jefe Omar Rincón, funcionario de una policía local de Caracas, que empezó la travesía a mediados de julio y hace una semana llegó a Estados Unidos vía Arizona. “Esperé más de un mes a que me dieran mi baja, vendí mi moto, agarré unos pocos ahorros y me vine”.
Rincón llevó enlatados, galletas y mudas de ropa. Tomó lanchas, piraguas y buses; caminó por trochas de noche, esquivó las migraciones en los países más complicados en el trayecto hacia el norte y llegó a Ciudad de México, donde hizo la cita para la solicitud de ingreso a través de la aplicación CBT One que implementó este año el Gobierno de Estados Unidos para intentar encausar el enorme flujo de migrantes que se acumula en la frontera sur.
El dinero que llevó lo fue dejando en cada parada para pagar transportes, coyotes y guías. Caracas, Cúcuta, Medellín, Necoclí, la selva del Darién, Panamá, Costa Rica, Nicaragua, Honduras, “otro país que se llama Guatemala”, Tapachula, Ciudad de México, Hermosillo, Nogales, Arizona, Nueva York, y pronto viajará a Atlanta donde ha conseguido un trabajo.
“En el camino me encontré a seis compañeros de la policía esperando sus citas, algunos de ellos tomaron la bestia (tren de carga que recorre México y al que se suben de forma irregular los migrantes para llegar a la frontera). Hasta ahora, de mi grupo, soy el único que ya entró a Estados Unidos. Creo que he tenido suerte”.
Este grupo de migrantes venezolanos no solo comparten su pasado de uniformados, sino también las motivaciones para irse. “Tenía 15 años de servicio y todo iba en picada. Me fui por mí, por mí hija”, dice Rincón por teléfono. “La injerencia de la política en la policía ha complicado las cosas. La remuneración salarial, las condiciones, no cuentas con la logística para ejercer la profesión como un funcionario digno”. La dotación de uniformes y botas, a veces incluso hasta las municiones dentro de un mercado informal, corren por cuenta del funcionario en muchas instituciones, cuyos salarios rondan los 20 dólares al mes en promedio.
El grupo de los 618 “cursos”
Durante uno de los tantos operativos emprendidos contra la peligrosa banda del Koki en el barrio Cota 905, en el oeste de Caracas, las esquirlas de una granada impactaron a otro policía, que prefiere no identificarse. La institución para la trabajaba no tenía activo el seguro médico por falta de pago, por lo que tuvo costearse la atención de las heridas con los 14 dólares mensuales que percibía entonces.
Entre a El País y lea más