Petróleo por derechos políticos. A simple vista, pareciera que es lo que han acordado esta semana Estados Unidos y Venezuela luego de una larga pugna que tuvo su auge en 2017, cuando Donald Trump impuso las primeras sanciones a Caracas, aunque ya desde la administración de Barack Obama hubo medidas.
Este miércoles se conoció que EE UU cedió a la petición del gobierno venezolano de levantar sanciones. Si bien el levantamiento será por un período de seis meses y específicamente sobre las áreas de petróleo, gas y minería, el anuncio abre sin duda la puerta a un espacio que pudiera dar alivio económico a la asfixia que sufre el país, en parte por esas medidas.
El levantamiento temporal comprende cuatro licencias generales por las cuales se suspenden determinadas sanciones. Específicamente, el Departamento del Tesoro emitió una licencia general que autoriza transacciones que involucren al sector del petróleo y el gas.
“La licencia se renovará únicamente si Venezuela cumple con sus compromisos conforme a la hoja de ruta electoral, así como otros compromisos con respecto a personas detenidas de manera indebida”, detalla el texto de la administración de Joe Biden.
La segunda licencia autoriza operaciones con Minerven, la empresa estatal venezolana de minería de oro a “efecto de reducir el comercio de oro en el mercado negro”. Además, se modificaron dos licencias para eliminar la prohibición de comercio secundario respecto a ciertos bonos soberanos venezolanos y títulos de deuda y acciones de Pdvsa.
“El Departamento del Tesoro entiende que esto también tendría el efecto positivo de desplazar a actores nefastos que operan en este mercado, prácticamente sin beneficios económicos para el régimen venezolano”, dijo la entidad, en referencia al mercado negro al que tuvo que recurrir el país para poder, a duras penas, vender su petróleo.
Sobre esto, el director de la firma Datanalisis, Luis Vicente León —quien ha seguido con detalle el impacto de las sanciones—, explica que el impacto de la licencia generará un crecimiento en el ingreso de Petróleos de Venezuela, que precisamente en ese mercado negro “exportó con 40% de descuento a mercados negros remotos y costosos. Hoy pueden ir a mercados occidentales, sin descuento, duplicando ingresos, incluso sin aumentar producción”.
Además, la participación activa de las empresas estadounidenses generará beneficios que, al menos por el momento, están en riesgo debido a la continuada guerra entre Rusia y Ucrania y ahora la inestabilidad en Medio Oriente.
¿Cómo llegaron las sanciones?
Lo primero que hay que recordar es cómo Venezuela llegó a ser un país sancionado, al estilo de uno de sus mejores amigos: Cuba.
Tras la inestabilidad política, profundizada en un 2017 lleno de protestas contra Nicolás Maduro, con más de 100 muertos en las calles y una oposición que se fortalecía junto a la presión internacional, Trump firmó las medidas que prohibían negociaciones sobre la petrolera Pdvsa, el corazón financiero del país. Sucesivamente vinieron más y más sanciones que, según el gobierno venezolano, suman más de 900 en total.
La economía, que ya venía tambaleando con episodios de escasez como en 2014, no soportó la presión y se fue a pique, entrando en un periodo de hiperinflación que solo en 2018 llegó a 130.060%, según el mismo Banco Central de Venezuela.
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