La coyuntura que atraviesa Venezuela en el umbral de una decisión sobre la reimposición de sanciones económicas por parte de Estados Unidos abre un espectro de posibles escenarios futuros que podrían determinar el rumbo político, económico y social del país. Las declaraciones del jefe negociador del régimen de Nicolás Maduro, Jorge Rodríguez, sugieren una fase de incertidumbre sobre el cumplimiento de los acuerdos suscritos en las negociaciones bilaterales entre ambos países en Barbados, poniendo en relieve la compleja interacción entre la diplomacia y las aspiraciones internas de cambio político.
El proceso de evaluación por parte del régimen chavista del cumplimiento de los acuerdos con Estados Unidos refleja no solo la importancia de estas conversaciones en el marco de las relaciones bilaterales, sino también el potencial de influencia de estos diálogos en el panorama político interno de Venezuela. Los acuerdos migratorios, las deportaciones aéreas y el significativo canje que incluyó la libertad para Alex Saab, señalado de ser el testaferro de Maduro, y varios estadounidenses, aunque cruciales, se convierten en piezas de un tablero más amplio donde el juego político interno, la soberanía y los derechos políticos se entrelazan.
La suspensión temporal de algunas sanciones por parte de Washington, incluidas las relacionadas con la industria del petróleo y el gas, hasta abril, mes cumbre en el que se podrían reimponer toda la batería de sanciones en caso de no cumplir con lo acordado, pone de manifiesto el uso de estas medias como herramienta de presión para influir en decisiones políticas internas que conlleven a una solución democrática, en este caso, la habilitación de María Corina Machado como candidata en las elecciones presidenciales.
Pero, la ratificación por parte del Tribunal Supremo de Justicia de la inhabilitación de Machado ensombrece aún más el caminar hacia un escenario electoral inclusivo y democrático. Además de demostrar la poca voluntad que tiene el régimen para cumplir los acuerdos que suscribe, cosa que no es de sorprender a nadie.
La interacción entre los desarrollos internos de Venezuela y la política exterior de Estados Unidos configura varios escenarios futuros:
Flexibilización y Apertura Electoral: la influencia ejercida a través de la suspensión y potencial reimposición de sanciones podría conllevar a una negociación que resulte en una flexibilización de la postura del régimen de Maduro respecto a la participación electoral de la oposición. Esto supondría un avance significativo hacia la restauración de la democracia en Venezuela, mejorando potencialmente las relaciones bilaterales y la situación económica del país a través del levantamiento definitivo de sanciones.
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