Tras casi tres semanas de las elecciones en Venezuela, se han estancado las negociaciones internacionales para buscar una salida del atolladero en el que se encuentra la sociedad de ese país. El Gobierno de Nicolás Maduro sigue insistiendo en los resultados que lo favorecen, sigue incapaz de publicar los resultados desglosados por centro y mesa de votación que respaldarían su triunfo y sigue reprimiendo a grandes cantidades de opositores. La oposición, por su parte, ha presentado actas verificadas por varias instancias externas, que demuestran el triunfo arrollador de Edmundo González, pero con dificultades ha mantenido la movilización en la calle frente a la represión brutal del régimen.
Ante todo, los esfuerzos de varios protagonistas regionales —por un lado, Brasil, Colombia y México, por el otro, Estados Unidos— no avanzan. Los tres países latinoamericanos aún no logran acordar una fecha límite para que Maduro, el Consejo Nacional Electoral o la Sala Electoral del Tribunal Supremo de Justicia entreguen las actas que respalden el supuesto triunfo de Maduro. Estados Unidos filtra la noticia, según The Wall Street Journal, de que le ofreció a Maduro una amnistía total y permanente si renuncia o acepta su derrota, pero luego desmiente la información. Mientras, Maduro se mantiene y la represión continúa.
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