El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, prometió este domingo en su primer discurso en el cargo «rescatar» del hambre a 33 millones de personas y de la pobreza a 100 millones de personas, casi la mitad de la población del país.
«Nuestras primeras acciones apuntan a rescatar del hambre a 33 millones de personas y rescatar de la pobreza a más de 100 millones de brasileñas y brasileños, que soportaron la más dura carga del proyecto de destrucción nacional que hoy se cierra», dijo Lula en su discurso en el Parlamento.
En la misma línea, Lula prometió «reconstruir» el país de las «ruinas» en las que, según apuntó, quedó tras la gestión del ultraderechista Jair Bolsonaro, a quien no citó.
«Sobre estas terribles ruinas asumo el compromiso de, junto con el pueblo brasileño, reconstruir el país y hacer nuevamente un Brasil de todos y para todos», afirmó el líder progresista.
Lula señaló que su equipo de transición hizo un diagnóstico de las cuentas públicas y se encontró con un panorama «atroz».
«Vaciaron los recursos de la Sanidad. Desmantelaron la Educación, la Cultura, la Ciencia y la Tecnología. Destruyeron la protección del medioambiente. No dejaron recursos para comidas escolares, vacunación o seguridad pública», enumeró.
La ceremonia de investidura se celebra bajo estrictas medidas de seguridad, debido a amenazas de activistas del bolsonarismo más radical que exigían un golpe militar para mantener al líder de la ultraderecha en el poder.
En el Parlamento están presentes delegaciones de medio centenar de países y todo el cuerpo diplomático acreditado en el país.
Entre los asistentes, figuran el rey de España, Felipe IV, y los presidentes de Argentina, Alberto Fernández; Bolivia, Luis Arce; Colombia, Gustavo Petro; Chile, Gabriel Boric; Paraguay, Mario Abdo Benítez, Uruguay, Luis Lacalle Pou; Portugal, Marcelo Rebelo de Sousa; y Alemania, Frank-Walter Steinmeier.
Las ceremonias oficiales concluirán con una recepción que será ofrecida por Lula a las delegaciones extranjeras en el Palacio de Itamaraty, sede de la cancillería, vecina a las sedes del Parlamento y del Gobierno.
EFE
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