Los retos que todavía deben superar Colombia y Venezuela para que relación en la frontera sea óptima

3 enero, 2023

Pasaron 7 años desde que se terminó, 10 desde que se empezó a construir y más de 30 desde que se ideó para que, finalmente este 1 de enero, el puente internacional de Tienditas, entre Colombia y Venezuela, se abriera. Y con un nuevo nombre: Puente Internacional Atanasio Girardot, en homenaje a un prócer de la independencia de ambos países.

El cierre de la frontera de 2015, decretado por Nicolás Maduro en medio de un altercado con el entonces presidente colombiano Juan Manuel Santos, fue el último de los obstáculos: antes hubo decenas de desencuentros entre Bogotá y Caracas que entorpecieron el proyecto por décadas.

Ronald Rodríguez, investigador del Observatorio de Venezuela de la Universidad del Rosario, en Bogotá, añadió: «La apertura del puente es una buena noticia, pero, de la manera como se dio, las autoridades quedaron en una posición casi ridícula, porque el nivel de coordinación entre ellas es casi nulo; la gente no sabe qué cambia y cómo le beneficia».

Coordinación es una de las palabras clave del asunto: que las autoridades migratorias, viales, comerciales, judiciales y policiales de ambos países estén en la misma página para que el puente y la frontera funcionen bien.

Son muchos desafíos pendientes. Ya hay vuelos comerciales entre Bogotá y Caracas, por ejemplo, pero son limitados y costosos. El restablecimiento de las relaciones está en marcha, pero va lento.

Acá resumimos tres de los desafíos más importantes tras la reapertura fronteriza.

1. Regularizar el paso
Una cosa es que el puente Atanasio Girardot esté abierto y otra, que el paso por el mismo sea eficiente.

Mucho depende de las pautas que establezcan las autoridades para transitar, las cuales no están del todo claras.

Los gobiernos dieron plazo hasta el 9 de enero para que los autos particulares pasen sin restricciones, pero desde entonces se espera que deban cumplir una serie de requisitos. Los automóviles venezolanos en Colombia tendrán que acogerse al sistema de restricción vehicular conocido como «pico y placa».

Los autos tendrán que pagar el Seguro Obligatorio de Accidentes de Tránsito (SOAT) en Colombia y la Póliza de Seguro de Responsabilidad en Venezuela. No está claro, sin embargo, si los venezolanos podrán echar gasolina en las estaciones colombianas, donde hay un abastecimiento mucho mayor al que hay en Venezuela y en ciertos casos proveen combustible a precio subsidiado.

En el Atanasio Girardot todavía no hay estación de policía, los vehículos de transporte público no están permitidos y en los otros dos puentes de la zona, el Francisco de Paula Santander y el Simón Bolívar, aún no hay paso libre para automóviles.

2. La identificación (y los derechos) del migrante pendular
Más allá de los pasos por los puentes, la reapertura de la frontera implica desafíos en otros temas quizá más complejos.

Por ejemplo, el estatuto bajo el cual se rigen quienes pasan de un lado a otro casi todos los días: la llamada migración pendular.

Existe una Tarjeta de Movilidad Fronteriza (TMF) para los venezolanos que van a Colombia. Pero del lado venezolano no hay tal cosa.

Rodríguez, desde Bogotá, explica: «Esa tarjeta, que tienen 4.9 millones de venezolanos, se creó en 2016 para administrar los flujos, pero no es un documento de identidad y eso genera problemas, porque no les permite recibir servicios de salud o educativos en Colombia de manera formal».

Solo en Norte de Santander, el departamento fronterizo más importante, entre 2017 y 2022 los servicios de salud atendieron a más de dos millones de personas que venían de Venezuela, según cifras oficiales.

Pero, como lo hicieron de manera informal y sin que el sistema colombiano los contemplara, fue un servicio deficiente.

3. Reactivar el comercio bilateral (y legal)
El gran desafío de Bogotá y Caracas es volver a los números de comercio bilateral de hace 10 o 15 años, según los expertos consultados.

En 2008, por ejemplo, el intercambio comercial entre ambos países fue de US$7.200 millones y el promedio anual era aproximadamente de US$2.300 millones anuales.

En 2021 la cifra se situó en US$300 millones, la más baja de la historia reciente. Y en 2022, tras la apertura parcial de la frontera el 26 de septiembre, subió a casi US$800 millones en todo el año.

El ministro de Comercio colombiano, Germán Umaña, ha dicho que el objetivo es que la cifra se duplique para 2023 y desde entonces siga una senda ascendente.

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