Cuando la profesora emérita Ruth Gottesman anunció este lunes en qué consistía la donación que había realizado a la Escuela de Medicina Albert Einstein del Bronx, en Nueva York, los alumnos saltaron de sus asientos y estallaron en aplausos y vítores.
Los US$1.000 millones que Gottesman, de 93 años, entregó a esta facultad radicada en el distrito más pobre de la ciudad servirán para pagar a perpetuidad las tasas universitarias de los alumnos, que ascienden a US$59.000 al año.
Se trata de una de las donaciones más grandes jamás realizadas a una universidad de EE UU y la mayor a una facultad de Medicina.
A los estudiantes que se encuentran cursando su último año se les reembolsará la matrícula del último trimestre y, a partir de agosto, todos los alumnos, incluidos los que están actualmente inscritos, recibirán matrícula gratuita.
Ruth Gottesman, que hoy forma parte de la Junta Directiva de la universidad, lleva más de 50 años vinculada a la Albert Einstein.
Doctorada en Educación por la universidad de Columbia, la profesora se unió al Centro de Evaluación y Rehabilitación Infantil de la Albert Einstein en 1968.
Allí, en una época en la que los problemas de aprendizaje a menudo no se reconocían y se diagnosticaban erróneamente, desarrolló modalidades de detección, evaluación y tratamiento ampliamente utilizadas que han ayudado a decenas de miles de niños, según la universidad.
Pero, ¿de dónde procede la fortuna que ha permitido tan generoso regalo?
La benefactora también es la viuda de David «Sandy» Gottesman, quien fue uno de los primeros inversores en Berkshire Hathaway, el conglomerado multinacional de Warren Buffet.
Sandy, con quien Ruth estuvo casada durante 72 años, falleció en septiembre de 2022 a la edad de 96 años.
“Me dejó, sin que yo lo supiera, una cartera completa de acciones de Berkshire Hathaway”, dijo la profesora al diario The New York Times. Las instrucciones eran muy simples: “Haz lo que creas correcto con él”.
Aunque nunca llegó a saber lo que su esposa decidió finalmente hacer con la fortuna, es probable que hubiera dado su aprobación.
A lo largo de su vida, el inversor, cuya fortuna fue valorada por Forbes en US$3.000 millones en el momento de su muerte, donó US$330 millones a obras caritativas.
Ruth Gottesman, quien en 1992 inició el Programa de Alfabetización de Adultos en el CERC, el primero de su tipo y que todavía está en funcionamiento, y en 1998 fue nombrada directora fundadora del Centro Emily Fisher Landau para el Tratamiento de Discapacidades de Aprendizaje, llevaba años rumiando qué hacer con el dinero y sus hijos la animaron para que no dejara pasar el tiempo.
La barrera económica
Durante años, la profesora había entrevistado a cientos de futuros alumnos y conocía de primera mano cuál era la principal dificultad a la que se enfrentaban: las cuantiosas tasas universitarias, que se convertían en una barrera imposible de superar para muchos, y en un pesado lastre para los que optaban por préstamos universitarios.
Según cifras de la escuela, más de la mitad de los alumnos deben más de US$200.000 cuando se gradúan.
En un comunicado, el decano de la universidad, Yaron Yomer, aseguró que la donación de Gottesman es “transformadora» para la escuela, y «revoluciona radicalmente nuestra capacidad de seguir atrayendo estudiantes comprometidos con nuestra misión, no sólo aquellos que pueden permitírselo».
El generoso regalo «liberará y animará a nuestros estudiantes, permitiéndoles realizar proyectos e ideas que de otro modo serían prohibitivos», añadió Yomer.
Gottesman espera que la donación permita abrir la escuela a muchos estudiantes “cuya situación económica es tal que ni siquiera pensarían en ir a la facultad de medicina”, le dijo al New York Times.
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