¿Debería el español, un idioma que se habla en veinte países, buscar otro nombre? El escritor argentino Martín Caparrós pidió este martes en el IX Congreso Internacional de la Lengua abrir este debate y propuso “ñamericano” como nuevo nombre de esta lengua.
El escritor mexicano Juan Villoro también consideró necesario este debate, porque, en su opinión, llamar español a un idioma en el que la quinta parte de sus hablantes son mexicanos es “un arcaísmo”. Para él, el idioma, “en rigor”, debería llamarse “hispanoamericano”.
Ambos escritores hicieron estas propuestas en la mesa “El español, lengua común: Mestizaje e interculturalidad en la comunidad hispanohablante”, donde participaron junto con el escritor peruano Alonso Cueto, la española Carme Riera y el ensayista español Ángel López García.
Para Martín Caparrós, “es hora de buscar un nombre común” a este idioma, para que no sea el de uno de los veinte países en los que se habla. “Vale la pena buscarle el nombre a esto que hablamos”, dijo, y se le ocurre “ñamericano”, que preserva la originalidad de la virgulilla de la ñ, resultado, explicó, de la “pereza” de los monjes por escribir dos veces la n.
El autor del ensayo Ñamérica cree que la palabra “español”, que cuando la inventaron los fenicios significaba “tierra de conejos”, es “sin duda peliaguda”. España es hoy un país “colmado de españoles que quieren, o no, serlo”, afirmó.
El concepto de “español” está “en liza” especialmente en el campo de la lengua, señaló el autor argentino, para recordar cómo siempre pensó que lo que hablaba él o lo que escribía Lope de Vega era “castellano”.
“Decir español nos habría sonado al producto de un país llamado España”, dijo, y consideró que “sería lógico que 450 millones no quieran pensar que hablan la lengua de otro”.
Según Martín Caparros, buscar otro nombre sería enriquecer una lengua que se ha formado “con la respiración de muchas lenguas y que no se atribuye a ningún reino”.
Para Juan Villoro, el mestizaje de la lengua española avanzó tanto que dejó atrás épocas en las que pareciera que el español “solo se hablaba de una manera” y en las que el conserje de un hotel de Madrid no entendía cuando un cliente peruano le llamaba para decir “disculpe, el caño de la tina se ha malogrado: necesito un plomero”.
O que, como recordó Alonso Cueto, en el doblaje de las películas se escuchara a John Wayne, en una cantina en un “western”, pidiendo al camarero, “Chato, dame un corto”.
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