El excandidato presidencial y líder opositor Henrique Capriles (Caracas, 50 años) tiene ganas de hablar. Piensa que mucha gente no ha entendido lo que ha pasado en la oposición venezolana en las últimas semanas, aunque lo cierto es que nadie entiende bien lo que ha pasado en la oposición desde hace años, enfrascada siempre en acusaciones y críticas cruzadas.
El líder opositor piensa que haberse quitado de encima la estructura creada alrededor de Guaidó, a la que él se refiere como “fantasía muy costosa” para la oposición, abre una oportunidad de oro para replantear la política opositora y unirse de cara a las probables elecciones de 2024. Confía en la celebración de unas primarias que definan pronto al candidato -que podría ser él aunque aún no lo dice claramente- para vencer al chavismo.
Cuando atiende a EL PAÍS desde su oficina en Caracas, a través de zoom, acaba de hablar por teléfono con el embajador estadounidense. Cree que en las semanas que vienen está en juego el futuro de Venezuela para los próximos seis años y quiere que todo el mundo se mueva rápido.
P. ¿Confía en que del diálogo en México salgan unas elecciones justas en 2024?
R. Soy optimista en que puede haber un cambio en el 2024 porque conozco bien la realidad de Venezuela, porque vivo aquí y conozco nuestro país. Siento en la gente la esperanza de un cambio. No quiero ser optimista en cuanto al proceso de negociación, porque prácticamente todos han fracasado. Esa suerte de burbujita que Maduro ha tratado de vender al país y a la comunidad internacional se desinfló. Hay una situación de precariedad económica muy grande. Maduro puede estar interesado en negociar por eso y ambas partes tienen que ceder. Hoy hablé con embajadores europeos y con el de Estados Unidos para insistir en que no podemos perder el impulso.
P. ¿Le pidió al embajador de EE UU que agilicen el desbloqueo de fondos venezolanos?
R. Sí, muy diplomáticamente ese fue un poco el mensaje. Ese no es el tema nuclear, el tema es celebrar unas elecciones democráticas en Venezuela, por eso digo que ‘no nos enredemos’ ahí. Maduro se va a agarrar a cualquier cosita porque es obvio que quiere mantenerse en el poder. Pero también sabe que para tener legitimidad y reconocimiento internacional debe recuperar su capital político, el apoyo de la población, y para eso tiene que mostrar logros económicos. Por eso está dispuesto a entrar en un proceso de negociación.
P. Siempre hablan de lograr la unidad de la oposición, pero se llevan fatal. ¿Cómo se arregla eso en unos meses?
R. Para mí la unidad es un medio para lograr el cambio, no un fin. Hay que ponerle atención a la gente, tener una nueva narrativa, volver a enamorar a los venezolanos. No con nosotros, sino con la esperanza que siempre han tenido de que este país no esté condenado a vivir como vive.
P. Lo que está claro es que el cambio no sería igual con Capriles que con Guaidó, por ejemplo.
R. Absolutamente distinto. Mi propuesta es de encuentro, de paz, de prosperidad, de progreso, no de cambiar un conflicto por otro. Hay algunos colegas míos que son la continuación del conflicto. Son más sexis las posiciones extremas que las posiciones moderadas, pero creo que la gente tiene claro qué es lo que quiere y no quiere conflicto, no quiere seguir en la polarización.
P. ¿Qué haría usted si gobierna con los chavistas?
R. Ya goberné con el chavismo cuando derroté a Diosdado Cabello en las elecciones a gobernador de Miranda. Ya pasé por lo que es desmontar la polarización para poder gobernar. Esa sigue siendo mi visión, no tengo ninguna duda cuando planteo el encuentro.
P. ¿Piensa en una amnistía general?
R. Eso forma parte de una discusión de lo que significa una transición, lo que se llama la justicia transicional. Lo cierto es que una negociación significa tragar sapos y yo creo en la negociación y el acuerdo. Ahora el reto es que no permitamos que se sabotee el proceso de negociación.
P. ¿A quién le interesa sabotearlo?
R. Claramente a los que plantearon esta política de máxima presión, de una intervención militar. Eso está en su ADN. Dicen que decir esto fragmenta la oposición, pero es que hay políticas que por mucho que tú trates de encontrarlas, no se encuentran, por eso veo yo las primarias, para que el país se exprese sobre qué política quiere. Ahí está el inmenso reto de que la política racional sea la que se imponga frente a unos irracionales que pensaron que enfrentar una dictadura pasaba por asumirse también como una dictadura al interno de la oposición. Fue un error garrafal y en eso devino el interinato en los últimos tiempos.
P. ¿En una dictadura?
R. Más que llamarlo dictadura, digamos modus vivendi.
P. ¿Qué pasa con su inhabilitación?
R. La inhabilitación no contribuye a la legitimidad de un proceso electoral, pero la suerte de Venezuela no pasa por mi persona. Yo quiero que se recupere la democracia.
P. ¿Se va a presentar a las primarias?
R. No voy a decir si me voy a presentar, ahora estoy evaluando el terreno. Esa decisión vendrá cuando tenga que venir.
P. ¿Y si gana Guaidó?
R. Entonces sería el candidato… pero no creo que vaya a ganar. No por el hecho de que yo me vaya a presentar o no, no quiero sonar yoísta, pero la victoria no va por ahí.
P. Guaidó dijo hace poco a EL PAÍS que cualquiera, “hasta un perro”, le ganaría a Maduro en unas elecciones justas.
R. Por lo visto no entendió nada de lo que pasó en los últimos años y como que está dormido, no se ha despertado. Uno de los graves problemas es continuar con la subestimación de quien está en el poder. A mí me cuesta mucho entender a Guaidó, a veces siento que se necesitan subtítulos. No creo que cualquiera le gane a Maduro.
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