La ciudad de Belén se suma a Jordania y cancela las fiestas típicas de la Navidad en la ciudad. Aunque en el reino hachemita, los cristianos han renunciado a las celebraciones navideñas en solidaridad con Gaza, en Belén se han visto obligados a suspenderlas porque la guerra ha cortado el turismo en la localidad que vio nacer al Niño Jesús.
Belén vive de la iglesia de la Natividad, compartida entre católicos y ortodoxos, del turismo y del aceite de oliva. Dado que la ciudad se encuentra en Cisjordania y sus accesos son controlados por Israel, el camino que lleva a Belén se ha vuelto cada vez menos transitado. Solo un 10 % de la población palestina es cristiana y debido al conflicto temen su desaparición.
El pasado 10 de noviembre, los representantes de la Iglesia anunciaron desde Jerusalén que este año no habría festividades navideñas. «A pesar de nuestras repetidas llamadas para un alto el fuego humanitario y un fin de la violencia, la guerra continúa», explican. Según cuenta el diario El País, hay dudas incluso de que este año se va a poner el árbol en la plaza del Pesebre.
Desde que comenzó el conflicto, el Papa Francisco no ha parado de clamar por la paz. La última ocasión en la que ha hecho un llamamiento en contra de la guerra fue el pasado domingo, 12 de noviembre, tras el rezo del Ángelus. Pidió que el conflicto en Gaza no se alargue y ha instado a que se socorra «inmediatamente» a los heridos y llegue la ayuda humanitaria «y los rehenes sean liberados». «Todo ser humano es sagrado y precioso a los ojos de Dios. Basta, hermanos, basta. Hay que parar con las armas, que nunca traerán paz», señaló desde ventana del palacio apostólico a la plaza de San pedro en el Vaticano.
Por El Debate