Albergues, autoridades locales y la Cruz Roja han movilizado sus recursos en la frontera sur de Estados Unidos para seguir recibiendo aún más migrantes. La nueva oleada de migrantes se espera a partir el próximo jueves cuando deroguen el Título 42; norma que permite su expulsión en caliente por motivos de salud pública.
La directora de Marketing del refugio The Rescue Mission of El Paso, Nicole Reulet, cuenta que en diciembre de 2022 abrieron un nuevo edificio para albergar migrantes. Además, que este fin de semana inauguraron otro más con la ayuda de la Cruz Roja de Estados Unidos.
En total, ofrecen cama y comida a 240 personas en ambos edificios. Uno destinado a familias, y el segundo a hombres y mujeres solteras que duermen en grandes salas con hamacas y mantas. Elementos aportados por la Cruz Roja.
Asimismo, estas instalaciones, alquiladas a la compañía El Paso Water, disponen de dos remolques de camión con duchas y servicios de lavandería.
«Vamos a ver muchos, muchos migrantes pasar», dice Reulet, en referencia al levantamiento del Título 42. Norma impuesta durante la Administración del expresidente Donald Trump bajo el pretexto de la pandemia de covid-19.
Desde la Cruz Roja Estados Unidos no ofrece datos específicos sobre El Paso o la frontera. Se limitan a enviar comunicados. En uno de ellos insisten en el apoyo de la organización de ayuda humanitaria a «migrantes, refugiados y solicitantes de asilo en Estados Unidos».
Su presencia sobre el terreno es más que evidente, con personal y material humanitario en las zonas donde se necesitan.
De manera general Cruz Roja asegura que su ayuda «puede incluir el apoyo a organizaciones con servicios para las personas a su cargo, mediante formación y suministros de asistencia como catres, mantas, artículos de higiene, botiquines de primeros auxilios y toallas». Y, en función de las necesidades locales, su ayuda podría incluir también el suministro de alimentos, agua, servicios sanitarios y apoyo a la salud mental.
Reulet explica que en su centro, que principalmente atiende a personas que ya han solicitado asilo, las personas suelen quedarse entre tres días y dos semanas. Depende de cada caso.
Según cuenta, las mujeres solteras suelen ser las que más tiempo permanecen en el albergue debido a la dificultad de encontrar el dinero y los medios para seguir su camino.
En el centro les ayudan a ponerles en contacto con personas u organizaciones dispuestas a pagarles el viaje; conocidas como patrocinadores, y a transportarlos hasta la estación de autobuses o el aeropuerto, una vez comprado los billetes.
En este sentido, apunta que los destinos más comunes son Nueva York (Nueva York), Chicago (Illinois), Miami (Florida) y Dallas (Texas).
Detalla que los tres principales refugios de El Paso son en el que ellas trabajan, el Oportunity Center y el Welcome Center, y la Iglesia del Sagrado Corazón de Jesús.
Precisamente, Daniel Mora, sacerdote de la Iglesia del Sagrado Corazón de Jesús denunció que «la situación es de crisis humanitaria». Y que «todos los albergues están llenos a reventar». En los alrededores de esta iglesia hay cientos de migrantes acampados en condiciones muy precarias.
Mora también apuntó que la diócesis ha realizado numerosas reuniones de coordinación para prepararse para una mayor llegada de personas. Y que hay numerosas parroquias listas para abrir sus puertas si aumenta más el flujo de personas que cruzan la frontera.
Muchos de los migrantes acampados en los alrededores del templo comenzaron a entregarse a la Guardia Fronteriza tras el anuncio del gobierno de que se prepara una redada.
Todos los migrantes cuentan su tragedia; como la venezolana Rosbeli Flores, que cruzó la frontera con la hija de su expareja, de siete años, y las autoridades de migración se la quitaron.
Entre lágrimas, Flores cuenta a Efe que Roddrianny, como se llama la niña, no es su hija biológica, sino de su expareja; que se quedó en Honduras y le dijo que siguiera adelante con la menor para luego alcanzarlas.
Ahora, Flores cuenta que también está preocupada porque no localiza a la madre de la niña y que ha contactado con un tío suyo que hace poco llegó en Nueva York para que la reclame.
Es solo un drama más de los miles que cada día cruzan la frontera.
EFE
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