Violencia, inflación, represión, escasez de alimentos y éxodo: el balance de 25 años de chavismo

8 marzo, 2024

“Cuando llegó Hugo Chávez, nosotros pensábamos que no llegaríamos a ser Cuba”, recuerdan los venezolanos sobre aquella fecha que finalmente fue un quiebre para la historia del país. El 2 de febrero de 1999, Hugo Chávez asumió como presidente de Venezuela y se convirtió en el referente del movimiento bolivariano que el mes pasado cumplió un cuarto de siglo: el chavismo.

Veinticinco años después, la historia les demostró que aquel militar de izquierda y su movimiento –hoy representado por su sucesor, Nicolás Maduro- adoptarían un camino similar al del régimen cubano, con consecuencias muy palpables en la vida de sus ciudadanos. Violencia desenfrenada, una inflación que llegó a ser exorbitante, represión, y una grave escasez de alimentos y medicamentos convirtieron en calvario la vida de millones de venezolanos, especialmente en la última década, lo que obligó a muchos a embarcarse en un éxodo masivo que transformó al país. “Una de las grandes calamidades del siglo XXI latinoamericano”, sentencia Juan Negri, director de las carreras de Ciencia Política y Estudios Internacionales de la Universidad Torcuato Di Tella (UTDT), en referencia a la situación actual de Venezuela.

Estos son cinco aspectos que grafican cómo se deterioró de Venezuela en este cuarto de siglo.

El colapso del sistema de salud

La crisis humanitaria en Venezuela continúa agudizándose y el sistema de salud no es una excepción. La población, sumida en una pobreza generalizada, depende del sistema sanitario público e incluso en algunas áreas ni siquiera hay nafta como para trasladarse a los centros médicos.

Antes del año 2000, los hospitales tenían fundaciones que recibían donaciones privadas para subsistir, pero con el chavismo en el poder, el Estado presionó para que estas desaparezcan y así tener más control sobre los fondos de los hospitales.

“Aquí el sistema de salud está prácticamente en coma, como si hubiésemos pasado una guerra civil”, define en diálogo con La Nación Huníades Urbina, médico pediatra intensivista y vicepresidente de la Academia Nacional de Medicina de Venezuela. La falta de inversión en infraestructura, la disminución de personal, la baja de operatividad de los servicios de laboratorio, rayos y todo tipo de estudios y la escasez de suministros médicos han debilitado progresivamente la capacidad del sistema para brindar atención adecuada.

Además, el país se encuentra en una profunda crisis hídrica que afecta al 90% de la población. “Si no hay agua no hay quirófano”, sentencia una médica venezolana que migró a Estados Unidos hace diez años. Algunos hospitales del interior del país tienen agua entre una y dos horas por día, por lo que deben recogerla manualmente y almacenarla en tanques para cirugías de emergencia. Según denuncias de trabajadores del área, no hay reposición de instrumental médico, por lo que en algunos sectores del país ni siquiera se realizan estudios de laboratorio o radiografías.

“No tenemos reactivos, inyecciones, analgésicos, ni gasas”, describe la directora del área pediátrica de un hospital del interior de Venezuela. “No hay diálisis, no hay trasplantes renales, no hay medicamentos oncológicos suficientes, no hay trasplante de médula”, se lamenta. “Los pacientes crónicos mueren como pajaritos”, dice Urbina.

A falta de información oficial, médicos locales realizan una Encuesta Nacional de Hospitales en los 40 principales centros de salud de referencia a nivel nacional. Los resultados arrojaron que en la parte de radiodiagnóstico y terapia con radiación hay un déficit del 70% a nivel nacional. 80% de los laboratorios a nivel público no están operativos o funcionan de manera intermitente; y falta el 50% de camas hospitalarias. Por citar un ejemplo, el Hospital de Niños JM de Los Ríos en Caracas, que en 1987 contaba con 420 camas, hoy apenas tiene 80 camas operativas.

Con información de La Nación

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