Los guerreros de Wagner protagonizan su propio capítulo en la nueva Guerra Fría que vive el Caribe, seis décadas después de la crisis de los misiles que tanto asustó al planeta. Principal aliado internacional de las tres dictaduras del continente (Venezuela, Cuba y Nicaragua), Moscú envió a sus mercenarios a Caracas para “apoyo operativo y capacitación”, recuerda a EL MUNDO Andrei Serbín, uno de los principales expertos militares del continente.
La presencia militar rusa, y de Wagner, se concentró entre 2019 (año del desafío de la presidencia encargada de Juan Guaidó y de la comunidad internacional) y 2022, precisamente hasta el comienzo de la invasión de Ucrania. En aquel momento, el peor para Nicolás Maduro en su década al frente del país, la Agencia Reuters confirmó del propio Grupo Wagner la presencia de sus mercenarios en Caracas para proteger al presidente pueblo, tareas en las que ya participaban agentes cubanos desde la época de Hugo Chávez.
Un respaldo del que Maduro renegó el sábado pasado tras el apoyo firme e inmediato a Vladimir Putin. La Cancillería chavista hizo público un comunicado, también en ruso, en el que condenaba “enérgicamente la amenaza irracional del grupo Wagner y de su dirigente Evgeny Prigozhin de promover una insurrección armada en la Federación de Rusia, a través de métodos terroristas”.
La presencia del Grupo Wagner en territorio venezolano se ha movido siempre en la oscuridad, con las negativas de la embajada rusa y con señalamientos desde dentro del país, tanto de la oposición como de la sociedad civil. En uno de las situaciones más pintorescas, la inteligencia ucraniana usó una web falsa de reclutamiento de Wagner para controlar a sus simpatizantes en el país. En aquel momento, la cifra de mercenarios en Venezuela, según Kiev, era de 2.000, una cifra que nunca se pudo confirmar.
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