Las últimas tendencias dietéticas prometen que los relojes son tan importantes para perder peso como las balanzas. Una de las dietas más populares es el ayuno intermitente con restricción horaria. Al restringir la comida a un número limitado de horas al día, algunos defensores de este comportamiento sostienen que las personas pueden aprovechar los ritmos naturales de su cuerpo para perder kilos.
Pero según nuevas investigaciones, en particular un estudio publicado en la revista Journal of the American Heart Association el pasado 18 de enero, la hora a la que se come, en sí misma, no parece ser útil para perder peso.
“Los ayunos son prácticas ancestrales, milenarias, presentes en todas las religiones y todas las civilizaciones a lo largo de la historia; es algo sumamente implementado durante toda la humanidad con diferentes tipos de fines, ya sean religiosos o depurativos”, explicó en diálogo con Infobae la licenciada en Nutrición María Cecilia Ponce (MN 3362).
En el estudio, 547 participantes utilizaron una aplicación de teléfono para hacer un seguimiento de sus comidas diarias durante un periodo de seis meses, que los investigadores utilizaron para determinar, de media, a qué hora comía cada persona cada día; cuántas comidas hacían; si los participantes describían cada comida como pequeña, mediana o grande; y cuánto peso ganaban o perdían.
Al final, descubrieron que el tiempo transcurrido entre la primera y la última comida de los participantes y el momento en que comían en relación con la hora en que se levantaban o se iban a dormir no influían en el peso.
Lo que sí importaba era el tamaño de las comidas de los participantes: las personas que comían más comidas grandes o medianas tenían más probabilidades de engordar, mientras que las que comían comidas pequeñas tenían más probabilidades de adelgazar.
La coautora del estudio, la doctora Wendy Bennett, médica de atención primaria y profesora asociada de la Facultad de Medicina Johns Hopkins, subrayó que ésta no es la última palabra sobre el horario de las comidas, en parte porque se trata de un estudio observacional, lo que significa que los investigadores no controlaron las condiciones mientras se producían, como las calorías que consumían.
En la misma línea, Krista Varady, investigadora en nutrición que estudia el ayuno intermitente en la Universidad de Illinois, Chicago, y que no participó en el estudio, afirmó, en diálogo con la revista Time, que hay varios factores que pueden enturbiar los resultados, como el pequeño tamaño de la muestra, el hecho de que los participantes describieran el tamaño de sus comidas como grandes o pequeñas -y no registraran recuentos específicos de calorías- y el uso de diferentes balanzas para pesar a los participantes en las consultas médicas.
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