El 1° de enero ocurrió la reapertura de la frontera terrestre entre Venezuela y Colombia. Se anunció como total, aunque las noticias se enfocaron largamente en los pasos fronterizos del estado Táchira, incluyendo el estreno del puente Atanasio Girardot, hasta ahora llamado Tienditas.
Al día siguiente, el alcalde del colombiano municipio Maicao, Mohamad Jaafar Dasuki Hajj, informó que el paso de vehículos particulares por el peaje de Paraguachón estaba normalizado. Ese 2 de enero autoridades de ambos países se reunieron en la frontera para preparar las condiciones necesarias para la seguridad de la zona, tras ordenarse la apertura para paso de transporte público.
Pero el 3 de enero la circulación vehicular por el peaje internacional de Paraguachón se mantenía suspendido, al menos según el testimonio de algunos usuarios. “¡Paraguachón igualita! Nadie cruzó en carros, ni se nota cambios sobre el supuesto paso anunciado para inicio de año”, reportó Algimiro Montiel, corresponsal en la zona, a través de su cuenta en Twitter. El periodista añadió aquel día que “parece ser imposible” la reapertura de la circulación de vehículos por el peaje fronterizo “por los menos en el primer trimestre del año, a no ser que reparen la vía intransitable que hay del lado venezolano”.
En todo caso, en el estado Zulia la expectativa es porque una normalización del paso fronterizo terrestre sea provechosa, para ambos países
«A nivel regional traerá un cambio indudable, debido al incremento de importación a mayor escala, lo que representa una mayor circulación de transeúntes. Esto beneficia a la población local que habita en las adyacencias de la troncal del Caribe, en especial a lo largo y ancho de La Guajira venezolana que durante años han aprovechado al máximo esta zona fronteriza para el comercio como fuente principal de trabajo», dice Ana Chacín, residente de la parroquia Sinamaica, municipio Guajira.
Durante más de siete años estuvo cerrado el paso con la frontera por Paraguachón. Algunos comerciantes han enfrentado las barreras para sobrevivir durante todo este tiempo pues es habitual que se dirijan a Maicao para buscar mercancía con la cual reabastecer sus negocios. En septiembre de 2022 se esperaba una reapertura completa, libre y legal del punto fronterizo, pero se confirmó que solo podrían hacerlo los vehículos de carga pesada.
Ana Chacín se encuentra a 45 minutos de la frontera colombo-venezolana y durante muchos años se ha encargado de apoyar a familiares que viven del comercio en Caimarechico, un sector de la Guajira zuliana. «Hay un panorama favorable para la población en general, a nivel local la afluencia podría aumentar las demandas, lo que significaría una mayor competencia a nivel de importación», enfatiza.
El zuliano Leandro David cree que «ganan los ciudadanos, aunque la frontera siempre estuvo’abierta’ por los pasos ilegales. Los más beneficiados son los ciudadanos, principalmente por el intercambio comercial, económico y social. La exportación e importación de productos nutre el mercado nacional y así facilita el acceso a los alimentos tanto en Venezuela como en Colombia, que hay una economía más estable».
Coinciden en que normalizar el comercio binacional es necesario para mitigar el paso ilegal de productos desde Colombia, como se hizo habitual durante una década. «Es lo fundamental. La circulación de productos colombianos, tantos alimenticios como de otros tipos traerán importantes ganancias a la economía comercial del estado. Era necesario que se arreglaran estas relaciones. También el tránsito de las personas que viven en un país y trabajan en otro y viceversa. Otros que estudian de la misma manera», agrega David. No olvida que las trochas son principalmente pasos de río controlados por grupos irregulares.
Habitantes del estado Zulia no dejan de poner el acento en la seguridad, más allá de los aspectos comerciales, en unas zonas dominadas por grupos armados y delincuenciales.
«El estado no está preparado para una reapertura de frontera, administrativamente el Zulia está bastante decaído. Posiblemente va a beneficiar al Zulia, especialmente a Maracabo. Por una parte se moverá el comercio, pero también afectaría al comercio informal porque desde hace años el tema del contrabando en el Zulia es muy amplio y está arraigado en la ciudadanía», expresa Joel Carly.
Carly es cauteloso con el tipo de intercambio entre ambas naciones. «No solo es reabrir la frontera, no solo es el comercio, no sabemos qué tipo de productos van a traer de allá para acá, tampoco los que llevarán los venezolanos de aquí para allá. Esto solo abre la posibilidad al tráfico de drogas, secuestros y más», opina.
Con información de Tal Cual
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