Al ritmo de valses y polcas de la familia Strauss, la Filarmónica de Viena dio este domingo la bienvenida al año 2023 con su tradicional Concierto de Año Nuevo, en el que por primera vez en su historia actuó un coro de niñas y en el que hubo un intento de protesta de un grupo medioambientalista.
Ante unas 2.000 personas en la repleta Sala Dorada de la «Wiener Musikverein», los filarmónicos presentaron bajo la batuta del maestro Franz Welser-Möst 15 piezas en el programa principal, de ellas 14 que no se habían tocado nunca en las más de ocho décadas de historia de este concierto.
Solo el vals «Aquarelas», de Josef Strauss, ya había formado una vez parte del Concierto, en el año 2002.
Doce de las 15 piezas eran obras de la legendaria familia Strauss, siendo la mayoría de ellas (8) composiciones de Josef (1827-1870), hijo del patriarca Johann Strauss padre y el mediano de los tres hermanos compositores (junto con Johann hijo y Eduard).
Las tres restantes piezas eran obras de los compositores Carl Michael Ziehrer, Joseph Hellmesberger y de Franz von Suppé (1819-1895), del que los filarmónicos tocaron hoy la obertura de la opereta cómica Isabella, una pieza con marcado ritmo español, incluyendo castañuelas.
«Quiero demostrar que aquí se esconden muchos tesoros maravillosos que merece la pena desenterrar. Para mí es un emocionante viaje de descubrimiento y creo que la gente escuchará y dirá: «Vaya, ¿por qué no hemos oído esto antes?», había dicho Welser-Möst unos días antes del Concierto.
El maestro austríaco, un declarado amante de la música de Josef Strauss, reconoció además que su pieza favorita del Concierto 2023 es el vals «Perlas de Amor», que se presentó en la segunda parte del recital.
Welser-Möst, de 62 años de edad, dirigió este domingo por tercera vez el célebre concierto, tras las ediciones de 2011 y 2013.
Después de dos ediciones (2021 y 2022) marcadas por la pandemia del coronavirus, la edición 83 del Concierto de Año Nuevo se pudo celebrar este domingo sin restricciones sanitarias.
En la décima pieza de la mañana se produjo un histórico estreno al actuar por primera vez en este concierto un coro de niñas, en la polca francesa «Heiterer Muth» (Coraje alegre), de Josef Strauss.
Las niñas -de entre 9 y 14 años de edad- del coro «Wiener Chormädchen» cantaron junto a sus famosos colegas de los Niños Cantores de Viena, una institución que cumple este año el 525 aniversario de su fundación.
En el público había numerosas personalidades, entre ellas el presidente de Bulgaria, Rumen Radev, invitado de honor del gobierno austríaco, que había vetado hace unas semanas la entrada del país balcánico en la zona Schengen, de libre circulación comunitaria.
Emisoras de radio y de televisión de un centenar de países retransmitieron en directo el concierto.
Según la agencia de noticias austríaca APA, agentes de la policía local interceptaron durante la pausa del concierto el intento de una protesta de seis activistas en la Sala Dorada del Musikverein en contra del cambio climático.
En un comunicado, la organización medioambientalista «Última Generación» aseguró que sus activistas tenían la intención de levantar en la sala una pancarta con el lema «Dos Años Más», para exigir ante los políticos reunidos que actúen de forma inmediata contra el cambio climático.
Como es tradicional, el concierto finalizó con varias propinas: en la primera, Welser-Möst y los filarmónicos tocaron «Galope de los Bandidos» (Johann Strauss hijo).
A continuación la orquesta felicitó el Año Nuevo con el ineludible «Prosit Neujahr», después de que el director citara al filósofo Friedrich Nietzsche, con las palabras: «La vida sin música sería un error».
Para terminar, las dos propinas más conocidas: el vals «El Danubio Azul» de Johann Strauss hijo y la «Marcha Radetzky» de Johann Strauss padre, que el público acompañó con frenéticas palmas.
EFE
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